lunes, septiembre 25, 2006

Un análisis lúcido y apasionado de Oriana Fallaci sobre la vejez

"Obviamente, la vejez es una conquista. La alternativa, es decir el cementerio, es mucho peor. Sin embargo, la libertad es la virtud más grande de los viejos. No era libre cuando era joven; luchaba por conseguir la libertad, soñaba con la libertad y aún así no era libre. La libertad que me envolvió después de 1945, luego de la Segunda Guerra Mundial, no era una libertad psicológica, sino política; y no era psicológica porque yo era una mujer y además era joven...

Empecé a sentirme libre cuando comenzaron a dibujarse líneas en mi rostro. Y mientras más marcadas se hacían esas líneas, más libre me sentía y menos me preocupaba la opinión de los demás, su arrogancia y su falta de entendimiento. Y cuando las líneas se convirtieron en lo que son ahora, me sentí complemente libre...

La vejez es una catarsis, ya no le temes a nada ni a nadie. Sabes más, entiendes cuando estás viejo. Tienes conocimientos, una valiosa cualidad que no posees cuando eres joven o adulto. Tu cerebro ha evolucionado, mejorado y, paradójicamente, tienes una curiosidad que no poseías y que te da mucho más valor. Cuando eres joven, también eres atrevido y crees que lo sabes todo, pero cuando envejeces te das cuenta, al igual que Sócrates, de que no sabes nada, o quizás muy poco.

De igual forma, te das cuenta de que no te queda mucho por vivir y se apodera de ti una aplastante prisa por aprender lo que no sabes, por crear lo que no has creado y te sostiene una energía que es mucho más fuerte de la que tenías cuando eras joven y tratas de salvar esas brechas lo más rápido que puedes. Estudias, lees y creas como para no perder ni un solo instante...

¡Ojalá que la vejez pudiera durar por siempre! Sólo tiene un defecto: cómo y dónde termina." (el nacional)

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