sábado, junio 16, 2007

Un golpe de genio: la respuesta de Earle Herrera a la petición de repartición de riquezas de Hugo Chávez

No sabemos por qué, en estos tiempos de revolución mercenaria, el periodista y diputado a la Asamblea Nacional Earle Herrera no vendió de manera privada esta fórmula a los varios testaferros y nuevos ricos revolucionarios.

Sin embargo, lo que ha logrado su excelencia legislativa y revolucionaria, es notable. Hugo Chávez puso el dedo en la llaga. Pidió a sus seguidores, en una bufa imitación de la sugerencia de Cristo a cierto personaje, que se despojaran de la riqueza, que llevaran aquella nevera, aquel exceso que tuvieran en la casa a la Plaza Bolívar para repartirlo con el pueblo.

Por allí salieron algunos demagogos a entregar un carro destartalado, el gobernador de Falcón entregó un terreno. Lo más se han hecho los confundidos. Wilmer Ruperti huyó hacia adelante y anda de lleno en el encarcelamiento del periodista José Rafael Ramírez. El nuevo país y Tal cual se han dado banquete preguntándose cuando la familia Chávez comenzará el reparto de las tierras que han acumulado durante estos años de sacrificio revolucionario en el estado Barinas.

Pero mientras el tráfago del mundo ordinario engullía a estos personajillos, Earle Herrera meditaba. Tal vez, como su cuasitocayo de la serie My name is Earl, ansía acumular buen karma.

Herrera habló: presidente, yo pongo a disposición lo que me sobra: mis carencias.

¡Eureka!

Ahora iremos todos a dejar la mitad de nuestras deudas crediticias, la mitad de la lista de cosas que deseamos comprarnos y no podemos, la mitad de las cosas que nos faltan por saber.

Entonces la Plaza Bolívar, en lugar de seguir siendo el refugio de abuelitos benefactores de palomas, de exaltados predicadores evangélicos ofreciendo el cielo y amenazando con el infierno a quien se resista, de revolucionarios de anhelantes ojos con el signo del bolívar fuerte grabado en el iris; en lugar de convertirse en el más formidable deposito de joyas, lujos y maravillas que la riqueza petrolera ha costeado a los sumisos a este régimen; será más bien un punto de encuentro de ahogados deudores, de ignorantes, de niños de la calle, de todo aquel con una carencia.

Y, cuando vega la repartición: ¿quiénes asumirán el botín?

¡Salve, gran Earle!

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