lunes, septiembre 22, 2008

Una reflexión de José Balza sobre el carácter "parlanchín" del venezolano

"Cuando se revisan las actas de la Inquisición, la cual funcionó en Venezuela a partir de 1610, te das cuenta de que aquí muchísimas personas fueron llevadas a la muerte o a prisión porque hablaban demasiado, no podían contenerse, tenían que hablar y hablar y hablar. Es la habladera nuestra, nuestra capacidad de ofrecer y no cumplir. (...)

La oralidad impenitente del venezolano no es mala. Vivimos en el trópico, un trópico lleno de sensualidad, de alegría, de luz, ¿por qué no vamos a expresar eso? Lo que ocurre es que esa oralidad exagerada puede convertirnos en un poco falsos, porque ofrecemos mucho y después no aparecemos. Sobre todo desde la mitad del siglo XX nos hemos habituado al ruido, hay demasiado. Alguna gente utiliza los aparatos de sonido como lengua. Los colocan en los balcones y en las puertas con un ruido endemoniado que sustituye la oralidad directa por la del merengue o la del rap. Nuestra oralidad, que es muy hermosa, se transforma así en una patología del sonido que nos convierte en inhumanos. Nos hace falta un poco de silencio". (vía el nacional)

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