sábado, junio 19, 2010

CCS-PTY: Las ciudades y los libros, artículo publicado en Papel Literario

sábado, junio 12, 2010

Taller de relato breve en el Ateneo de Caracas

A ver, que en estos tiempos actuales de Venezuela siempre se termina por herir susceptibilidades pero, en el fondo, no tengo por qué ocultarlo: me alegra que el Ateneo de Caracas esté de nuevo en pie y tanto me alegra que me uno a su calendario de actividades, con un par de talleres uno de relato corto y el de escritura terapéutica Escribir para sanar.

Todavía recuerdo esas tardes de sábado de hace 18 años cuando me sentaba en uno de los salones del tercer piso de la antigua sede el Ateneo a escuchar a Ibrahim Guerra hablar sobre producción de televisión dramática: estudiaba 4to año de bachillerato, le veía nula utilidad en ese contexto a esas clases, pero mi padre pensaba que era buena idea y yo lo apoyé.

La cuestión es que ahora, más viejos -seguro- y más sabios -esperamos- volvemos con un taller que teníamos abandonado por la dinámica del Icrea: el de Ficción breve o relato corto, el mismo cuya idea original trabajamos hace ocho años.

¿Qué saldrás de allí convertido en escritor? Bien lo dice Vargas Llosa, para ser escritor básicamente hace falta vivir una vida de escritor.

Yo te voy a explicar qué es un relato, por qué no se debe quedar en la mera anécdota, por qué es tan importante el tema, cómo echar a andar una anécdota, cómo crear personajes que al menos se arrieguen a intentar crear empatía con el lector y cómo llevar hasta su desenlace una historia.

¿Cómo lo haremos? Leyendo textos de autores consagrados, revisando algunos contenidos teóricos y, sobre todo, revisando los ejercicios que ustedes, los participantes, vayan trayendo como parte de las asignaciones o cuentos que hayan desarrollado previamente y de los que deseen mi opinión.

¿Que cómo escribo? Bueno, para muestras dos botones, revisa mi relato recientemente publicado en Prodavinci, Miércoles 2 pm o el seleccionado para la Antología de autores latinoamericanos El futuro no es nuestro que se titula Música incidental: son dos relatos que muestran cómo me planteo la escritura de relatos.

¿Los detalles?

23 de junio al 28 de julio
TALLER DE FICCIÓN BREVE
Cómo escribir relatos cortos jugando con textos de autores aclamados

Dictado por Jesús Nieves Montero
Miércoles de 2 a 6pm
Espacio María Teresa Castillo
6 sesiones. 12 horas académicas. Inversión: Bs. 740

Más información:
Telefax. 0212 793.7015
formacion.ateneo@gmail.com
Qta La Colina, Av. La Salle.
Urb. Colinas de Los Caobos
Diagonal a Venevisión


Inscripciones:
• Pagos en efectivo o tarjeta de débito / crédito. En la sede del Ateneo.
• Depósitos en Cta. Corriente Banesco 0134036600361005156.
Enviar comprobante por fax o email. No se aceptan transferencias.


¡Listo! ¡Ojalá podamos encontrarnos y conversar un poco de literatura!

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viernes, junio 04, 2010

Fútbol, memoria y literatura: Miércoles 2 pm, un relato mío en Prodavinci

A Maybell
Cuando terminó la amputación y todavía con la conmoción que siempre le producía el olor a chamusque del cauterio contra la carne, el residente miró sobre la cabeza de su instrumentista y sintió la obligación de decir algo porque desde que lo vio por primera vez, lo había sentido inexplicablemente cercano, pero ella se adelantó: —¡Y pensar que ni siquiera era dueño de la moto!

El compromiso del paquete vascular de la pierna derecha era brutal y aunque se lo pensó mucho, tuvo que amputar. Al menos seguiría vivo. No había sudado tanto, terminó por ser un procedimiento sencillo. Además, extrañamente, el aire acondicionado en el quirófano funcionaba después de unos cuantos meses de intermitencias con diversas excusas técnicas o presupuestarias.

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Al día siguiente, el amputado levantó la sábana gris polvo y allí estaba el muñón: sin levantar la cabeza, sin dejar que el entorno se entrometiera en aquella ceremonia, pero, a la vez, como si ofreciera aquella mutilación a quien quisiera apropiársela, se quedó mirándola.

Estiró el brazo derecho y subió la palangana de agua y comenzó con precisión a frotar a la altura de donde hubiera estado la rodilla si su pierna existiera, mojaba el cubrecama, empapaba el colchón, más agua, limpiaba, cuidaba, regaba.

El residente pasó por la cama antes de entregar la guardia y vio al hombre tan concentrado que prefirió dejar la cura a su compañero y salió del hospital entre bostezos, pensando en dormir unas horas, en los cupones en los que mentalmente dividía su sueldo, de unos cincuenta mil bolívares, combinables para dar coherencia a su presupuesto: dos cupones para pagar internet, uno para comer fuera una vez a la semana, unos cinco para ver si se mantenía al día en el plan de compra programada y renovaba el carro, y lo que haría si tuviera algunos cupones más. Luego repasó las películas que le faltaban por ver de la cartelera, el sorteo de las guardias del 24 de diciembre y el primero de enero, las vacaciones, la especialización, el aire acondicionado del quirófano, los depósitos incompletos y mezquinos del sueldo mensual que desbalanceaban su sistema de cupones y cómo el resto de los graduados en su promoción ya estaban en los consultorios de sus padres o en clínicas a un paso de la ilegalidad en las Canarias o en Madrid o en Boston o en Washington o incluso en Buenos Aires. ¡Coño! Recordó a su instrumentista: ¿Quién quiere quedarse en un país donde le disparan a un perrocalentero para robarle una moto que no es de él?

* (sigue leyendo en Prodavinci)

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